Academia.edu no longer supports Internet Explorer.
To browse Academia.edu and the wider internet faster and more securely, please take a few seconds to upgrade your browser.
1993, Periódico EL TIEMPO BOGOTÁ
…
1 page
1 file
Toda especie tiene lugar en el ecosistema, una defensa de las virtudes del eucalipto. El auge ecológico actual, impregnado de un regionalismo en ocasiones irresponsable, al tiempo que exalta las especies nativas cuando habla de árboles y reforestación, ha llenado de prejuicios al gran público hacia las especies exóticas o extranjeras, generando la creencia de que son dañinas y originando presiones para que sean eliminadas de los ecosistemas colombianos. De entre los árboles introducidos (y pese al siempre fiel club de enemigos del urapán), el más antipático es el eucalipto: un peregrino venido de Australia, de hasta 40 metros de altura, cuya corteza parda y gruesa se agrieta y desescama cuando llega a adulto.
Veinte asedios al amor y a la muerte cuento colombiano al borde del siglo XXI, 1998
Lo “femenino” ha sido tradicionalmente visto en contraposición a lo “masculino”, Sin embargo, esta dicotomía, lejos de presentar un modelo de simetría y equilibrio para el desenvolvimiento de la creación artística, ha representado una arbitraria y desequilibrada disposición de polaridades con respecto a ella. Según Marián L. F. Cao en su presentación El papel de las mujeres creadoras dentro de la Historia del Arte1, “La historia se construye sobre dicotomías que apoyándose una en la otra, elabora la creación de un sujeto “universal” racional, discursivo, público, independiente, adulto, noroccidental y de clase media” donde lo femenino “ha sido el negativo frente a lo masculino, y por ello irracional, intuitivo, privado, dependiente, infantil, sin origen e incluso desclasado.” Entonces, desde una mirada subjetiva y, por lo tanto, forzosamente personal, me he propuesto indagar sobre el lugar de lo femenino como agente creador en el contexto social y cultural de las vanguardias artísticas del siglo XX, en una época de cambios y transformaciones, de ideales e ideologías aparentemente irreconciliables y de poderosas fuerzas sociales que, en un aparente rapto de locura, ira y violencia, condujeron a Europa por el irremediable camino hacia la guerra, el totalitarismo y la desesperación.
* Kn Bonn. * La histórica Paulskirche en Francfort del Meno. La entrevistadora se refiere al discurso que pronunció Habermas en 2001, poco después de los atentados de Nueva York, con ocasión de la concesión del Premio de la Paz de los libreros y editores alemanes. Cf. J. Habermas, Glauben und Wissen, Frankfurt a.M., 2001. * Taurus, Madrid, 2 vols., 1987. ** Das gewaltzahmende Médium des Recbts. La palabra «medio» tiene aquí, como en otros pasajes del libro, el sentido técnico de los «medios de control», un concepto que Habermas toma de la teoría sociológica de sistemas (Parsons, Luhmann).
Revisado por: Carlos J. J. I Sheik Abbas era considerado un príncipe por los habitantes de una aldea solitaria del norte del Líbano. Su mansión, situada en medio de las pobres chozas de los aldeanos, parecía un saludable gigante rebosante de vida en medio de débiles enanos. El Sheik vivía rodeado de lujo, mientras sus vecinos soportaban una penosa existencia. Lo obedecían y se inclinaban respetuosamente ante él cuando se dirigía a ellos. Parecía como si el poder de la mente lo hubiera designado su portavoz e intérprete oficial. Su cólera los hacía estremecer y dispersarse como las hojas barridas por el fuerte viento del otoño. Si abofeteaba a alguien, era una herejía por parte del individuo el moverse o levantar el rostro o evidenciar cualquier intento de descubrir el porqué de tamaña ira. Si sonreía a alguien, éste era considerado por los aldeanos como la persona más honrada y afortunada. El temor y el sometimiento de la gente no era consecuencia de la debilidad: la pobreza y necesidad habían provocado este estado de perpetua humillación. Hasta las chozas en que vivían y los campos que cultivaban pertenecían a Sheik Abbas, quien las había heredado de sus antepasados.
J.L. Girón, J. Herrero, et al.: Estudios ofrecidos al profesor José Jesús de Bustos Tovar, vol. I, Madrid, Editorial Complutense, pp. 579- 599
El aprendizaje de los gentilicios no resulta una tarea fácil: intervienen demasiados sufijos sinónimos y la base toponímica no siempre es transparente. Su elección puede plantearse como un ejercicio de erudición, si el hablante recupera las antiguas denominaciones locales (de Illiberis deriva iliberitano), no obstante, queda la opción de la determinación con DE (onubense/ de Huelva). Es un léxico fácilmente reemplazable.
Madrid, Editorial Gredos, 2005
Entre los cervantistas está muy extendida la idea de que la lectura del Quijote apócrifo es necesaria para la cabal comprensión del cervantino. Razones de peso avalan esta convicción, y no es la de menor peso la que supone la aparición en 1614 de una segunda parte de la gran novela de Cervantes, pero debida a otro autor, el que se ocultaba bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda. Esta usurpación literaria supuso que Cervantes apresurara su continuación, publicada meses después, en 1615, que hubiera de engordarla con relatos perfectamente prescindibles y que en muchos de sus pasajes, y en la misma trama narrativa, se interfiriera el texto de Avellaneda. Es más, cabe preguntarse, algunos lo han hecho, si la segunda parte del Quijote cervantino no deberá su existencia a la apropiación avellanedesca, que al menos espoleó la acción creadora del alcalaíno. Todo comienza con la inclusión en el Quijote de 1605 de un ruin personaje, Ginés de Pasamonte, condenado a galeras por sus crímenes, que, liberado por el caballero andante, responde con la ingratitud y la ofensa al favor recibido. Se vio así injustamente tratado un Jerónimo de Pasamonte, soldado como Cervantes en Lepanto y en otras contiendas, dieciocho años esclavo de los turcos y de desdichada existencia, que, sin embargo, nada tiene que ver con la picaresca, con la cobardía ni con el deshonor, tachas que algunos cervantistas han querido ver en su figura, sin pruebas que convenzan. Pues bien, aprovechando la tardanza de Cervantes en dar continuidad a su libro de 1605, el que firmaría como Avellaneda saca a la luz otra novela quijotesca y ajusta cuentas así con su antagonista. Se queja Cervantes en 1615 del hurto literario que ha sufrido y responde desabridamente a los ataques recibidos, estando presente Avellaneda en el prólogo y en los capítulos finales de su libro, y en el centro del mismo un maese Pedro por el autor señalado como Ginés de Pasamonte, ya de reconocida naturaleza aragonesa. Cervantes sin duda estaba al corriente de quién había entrado a saco en su universal tema novelesco y también de que Avellaneda era nombre fingido, y aragonés quien lo usó. Con mayor claridad no pudo afirmar, refiriéndose al Quijote apócrifo, que esta segunda parte no fue «compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés, que él dice ser natural de Tordesillas». ¿Quién lo sabría mejor que el escritor robado? Sin embargo, la crítica ha defendido tanto la autoría de Jerónimo de Pasamonte como los más dispares autores. Que Avellaneda pueda identificarse con cualquier escritor castellano es algo que no resiste el menor análisis, ni lingüístico ni argumental. De toda evidencia es que Avellaneda fue Pasamonte, inconfundible en su español regional de Aragón, de extracción rural y soldado, con cinco años de estudios gramaticales a cuestas. Pasamonte trazó el argumento de su novela a base de convertir en ficción literaria hechos en los que él había tomado parte o de los que era buen conocedor. Muchas son las situaciones reales hechas materia novelesca por él, pero las más llamativas conciernen a la aventura del melonar de Ateca, basada en un suceso histórico bien documentado, y a Antonio Bracamonte, el soldado de Flandes, personaje de carne y hueso, y no sólo literario como se había creído, que acabó sirviendo dos años en una guarnición del Pirineo aragonés, después de una vida de aventuras por los escenarios bélicos de Europa.
Ideas y valores, 2020
Book review of Lariguet, Guillermo. Dilemas en la moral, la política y el derecho. Montevideo; Buenos Aires: B de F, 2018. 868 pp.
Loading Preview
Sorry, preview is currently unavailable. You can download the paper by clicking the button above.
RESURGIMIENTOS: SURES COMO DISEÑOS Y DISEÑOS OTROS , 2015
Religión e Incidencia pública, 2017
LA PRIMERA MENTIRA. MITOS Y RELATOS DISTORSIONADOS EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA, 2021
Investigaciones históricas. Época moderna y contemporánea, 34, 2014
Revista proyectodiseño No. 90, 2014
Revista proyectodiseño No. 83, 2013
Revista Icade Revista De Las Facultades De Derecho Y Ciencias Economicas Y Empresariales, 2013