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(PDF) Respuesta a los comentarios del articulo

Respuesta a los comentarios del articulo

Es necesaria una aclaración inicial: el objeto de presentar esta versión en español de nuestro texto en Antiquity-pensada como una crítica esencialmente a la academia anglosajona-responde a dos objetivos: en primer lugar, debatir cuestiones que son de interés común con colegas latinoamericanos a quienes admiramos y que han realizado desde hace años una reflexión profunda sobre los temas que tratamos en nuestro artículo. Esta lógica situacional de nuestro texto, por responder a un reproche que Haber nos demanda, fue bien percibida por Tantaleán. En segundo lugar, el regreso del populismo reaccionario no es exclusivo del norte global. El final del ciclo progresista en América Latina y el auge de la extrema derecha (con Bolsonaro a la cabeza) indican que la crisis es compartida y la reflexión debe ser, también, compartida. Una segunda aclaración, también necesaria, es que hablamos de ultraderecha. Efectivamente, como indica Acuto, Bolsonaro y Trump son la derecha nacionalista y la oligarquía de siempre, pero el lenguaje y los modos que utilizan son los del populismo chovinista-también el fascismo del siglo XX fue populista y oligárquico al mismo tiempo. Por eso utilizamos siempre el adjetivo "reaccionario". El ministro de finanzas de Bolsonaro es un neoliberal de escuela canónica. Pero su capacidad se multiplica en un juego político que no es el habitual de las élites conservadoras de siempre, sino que ha roto el espacio de la representación política moderna, construido a través del consenso liberal después de la Segunda Guerra Mundial (aquí señalar, por cierto, que el concepto que utilizamos de "liberalismo" es el mismo al que se refiere Gándara, y que, a pesar de la acepción inglesa tan cara en USA, no tiene nada que ver con la izquierda del espectro político), mediante la apelación directa al pueblo y su soberanía. A pesar de lo que dice Acuto, que pareciera querer salvar el populismo como opción posible para la resistencia, vemos necesario reconocer el fondo populista de estas estrategias. Esta colusión entre neoliberalismo y populismo reaccionario es algo más que anecdótico y nuestra sensación es que tenemos que parar mientes en ella, etnografiarla, analizarla en y a través de su expresión material, si es que queremos entender lo que nos ocurre. Y lo que nos ocurre es muy parecido en muchos países distintos. No es un privilegio del Norte o del Sur estar mejor, o peor, en esto. Las mismas tendencias se perciben en todas partes, desde Hungría a USA, desde Italia a Brasil, desde el Reino Unido a la India, o desde España a Argentina. Lo que nos ocurre es una muestra del agotamiento de las soluciones liberales clásicas, a través de las cuales se impuso un modelo de modernidad individualista y el "siglo norteamericano", que es el siglo anglo-sajón. Y es también muestra de que la respuesta a este proyecto político desde la corrección política, las identity policies, y lo que Nancy Fraser resume en la estupenda etiqueta "neoliberalismo progresista", no solo está agotada sino que ha arrojado a todos los que sienten perdedores de esta parte de la historia, a votar masivamente opciones reaccionarias, que les perjudicarán. A Funari y Alarcón les parecen peligrosas nuestras críticas al cosmopolitismo y la tolerancia, e insisten en la importancia del conflicto en las relaciones humanas. No rechazamos esa visión; lo que criticamos es la visión liberal, neoliberal, de todo ello porque mistifica las relaciones de poder realmente existentes. Esto es algo que también compartimos con Alejandro Haber, cuando apura la idea de que las comunidades son complejas y están atravesadas por antagonismos, pero no participamos en cambio de la disyuntiva que plantea: o la intervención se ciñe a los intereses comunitarios o se hace ciencia colonial. En primer lugar, creemos que es posible realizar arqueología en consonancia con el interés comunitario y al mismo tiempo que no esté circunscrita a la comunidad, es decir, que aborde problemas más amplios. Nada más lejos de nuestra intención que descartar a las comunidades, como interpretan Haber y Funari y Alarcón. Nuestro texto no aboga por reducir o desplazar el marco de acción política, sino por ampliarlo. Abogamos por una arqueología "que no se limite a los temas del patrimonio y de la relevancia local", no que deje de lado el patrimonio y lo local, como también pide Londoño. También abogamos por ampliar el espectro de la comunidad. Y nos preguntamos por qué nuestros colegas latinoamericanos no han dicho nada de los votantes de Bolsonaro o Macri, de los 20 millones de habitantes del Gran Buenos Aires o las periferias de Belo Horizonte o Bogotá. Crear grandes narrativas críticas es parte del programa de arqueología pública que propugnamos. Haber ve en ellas mecanismos productores de colonialidad. Por esta regla de tres, las propuestas de los grandes teóricos de la decolonialidad-Quijano, Dussel, Grosfoguel-serían paradójicamente herramientas coloniales, dado que no se circunscriben a ninguna comunidad concreta y proponen grandes narrativas filosóficas, de aspiración universalista y explicativa ¿Es el pensamiento decolonial colonial? RESPUESTA A LOS COMENTARIOS DEL ARTÍCULO: EN CONTRA DEL POPULISMO REACCIONARIO: HACIA UNA NUEVA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA