Teaching Documents by Fernando Montalván
Las diferencias entre la economía legal y la ilegal en Loreto-y en el país entero-son tenues y a ... more Las diferencias entre la economía legal y la ilegal en Loreto-y en el país entero-son tenues y a veces inexistentes o solo aparentes, no solo porque muchas empresas legales se comportan de manera ilegal, sino porque cometen similares impactos que las no legales, por ejemplo, la contaminación del medioambiente, cuyos impactos se niegan luego a reconocer y, aprovechando de su poder, evaden las multas que a veces les impone el Estado. Las relaciones políticas y económicas están dominadas por la ilegalidad que es tolerada e incluso fomentada desde el Estado, ya que los mismos grupos que realizan actividades ilegales son los que controlan el aparato público. Desde allí se dan normas a su favor o se libera a los infractores de su responsabilidad. La lucha contra la corrupción encuentra una severa oposición por los infractores, que siempre encuentran resquicios legales para salir victoriosos. Envío: 12 de diciembre de 2022 Aceptación: 31 de mayo de 2023 Amazonía Peruana _________________________________________ Por supuesto, siempre hay excepciones y algunos pocos corruptos terminan sentenciados. El Estado ha perdido el control sobre del territorio nacional, aunque es incapaz de reconocerlo. En este sentido, cobran relevancia las propuestas de algunas organizaciones indígenas que promueven la gestión autónoma de sus territorios ancestrales. Palabras clave: corrupción; ilegalidad; manejo autónomo; territorios ancestrales.
CONFLICTO BÉLICO PERÚ-COLOMBIA
En 1922, el gobierno del presidente Augusto B. Leguía firmó el Tratado Salomón-Lozano que definió... more En 1922, el gobierno del presidente Augusto B. Leguía firmó el Tratado Salomón-Lozano que definió los límites del Perú con Colombia. Mediante ese Tratado, Colombia se quedó con el espacio interfluvial comprendido entre los ríos Putumayo y Caquetá y también con el territorio conocido como Trapecio Amazónico, que se extiende entre el Putumayo y el Amazonas, dentro de cual se encuentra Leticia. Lo extraño es que este segundo espacio no había sido materia evidente de los reclamos colombianos. Hubo entonces una cesión extraña de un territorio que estaba ocupado por el Perú y de un centro poblado como Leticia que había sido fundado por peruanos. El tratado de límites, mantenido en secreto por el gobierno de Leguía durante años, fue repudiado por ciudadanos de Loreto y otros afincados en ese departamento. Indignados, decidieron rescatar Leticia en una acción cívica que se ejecutó el 1º de septiembre de 1932. Diez meses más tarde, y luego del asesinato del presidente Sánchez Cerro, el Perú refrendó el Tratado y retiró sus tropas que ocupaban Leticia. Sobre este episodio trata el libro El Rescate de Leticia, escrito por Pablo Carmelo Montalván, uno de los voluntarios que se
El 1° de setiembre de 2019 se cumplen 87 años en que un grupo de 57 patriotas peruanos, loretanos... more El 1° de setiembre de 2019 se cumplen 87 años en que un grupo de 57 patriotas peruanos, loretanos casi todos, rescataran Leticia, territorio peruano amazónico que fuera entregado por un tratado lesivo a los intereses de la patria por el presidente Augusto B. Leguía mediante el Tratado Salomón-Lozano del 24 de marzo de 1922. Queda para las nuevas generaciones de historiadores y tratadistas descubrir los móviles que impulsaran tan lesivo arreglo que afectaba a las poblaciones peruanas de la vasta zona del río Putumayo, concediendo nadie sabe a qué precio, una enorme extensión territorial rica en toda su naturaleza que alcanzaba cerca de ciento diez kilómetros de la ribera izquierda del Amazonas, además de dejar bajo la jurisdicción de Colombia más de cien mil kilómetros cuadrados, que es la extensión de la zona comprendida entre la margen izquierda del río Putumayo al río Caquetá y la faja entre el Putumayo y el Amazonas. Como decimos líneas arriba, pasados más de diez años del infausto Tratado y desarraigados los loretanos de la tierra que siempre fue suya, armados de valor y con creaciones previas de la Junta Patriótica de Loreto en Iquitos, ingresaron a Leticia, arriaron la bandera ajena, izaron la bandera peruana y expulsaron a las autoridades colombianas, el 1° de setiembre de 1932. Es nuestro deber dar a conocer los nombres de cada uno de estos patriotas y con el reconocimiento que se merecen, solicitar a las autoridades nacionales se designe el 1° de setiembre de todos los años como "Día de la dignidad loretana". De IQUITOS
A la memoria del hermano Paul McAuley, defensor de la Amazonia y los pueblos indígenas.
Artículo, 2012
Sobre conflicto armado Peru-Colombia 1932/1933
Cruzando las sombras con ondulantes alaridos el viento hendía furiosamente la negrura de la noche... more Cruzando las sombras con ondulantes alaridos el viento hendía furiosamente la negrura de la noche, todo el monte, violentamente azotado, se doblaba a su paso en obligada reverencia. Las cimbreantes palmeras se mecían trepidantes con sus penachos levantados, como si invisibles y poderosas manos tiraran de ellos intentando descuajarlos; los frágiles ceticos se quebraban, volaban y caían revolcándose como esqueléticos despojos heridos por la muerte; las pesadas ramas de las robustas lupunas se desgajaban ruidosamente y arrimaban al tronco, sostenidas por sus desgarradas fibras, resistiéndose a desprenderse. Fugazmente se inundaba el firmamento con una blancura aterradora que iluminaba la imponente conjunción de la naturaleza desencadenada en brutal manifestación de su poder, con estruendoso estallido de mil explosiones, que atronaba todos los ámbitos y se perdía rebotando en la oscuridad. Un torrente desbordado oblicuamente de la abierta inmensidad ensordecía con interminable bramido Las aguas del río, batidas por el viento tumultuoso y desordenado oleaje sacudían entre sus ondas, palos, gramalotes, troncos de árboles, arrastrados de las orillas. Los elementos parecían haber unido su terrorífico poder para estremecer la verde selva, celosos de su imperturbable inmensidad. Desafiando el fragor de la tempestad un barco surcaba el río; sorprendido por la tormenta en plena travesía el práctico buscaba un lugar apropiado para acoderar. A la luz de los relámpagos sólo veía barrancos inaccesibles, sabía que cerca estaba un puesto, una pequeña hacienda y pensó que sólo le quedaba el recurso de llegar hasta él para encostar hasta que pasara el temporal. La lluvia barría las dos cubiertas, no podían bajar las cenefas para protegerse porque el viento batiendo contra ellas habría desviado su rumbo, podía escorarlo, hacerlo zozobrar; práctico y timonel, completamente empapados en el puente, taladraban las sombras con sus miradas para evitar cualquier peligro. De pronto un grito:
SOBRE HILDEBRANDO TEJEDO MONTEZA, PATRIOTA PERUANO OLVIDADO. * " Yo conocí a Tejedo mucho antes d... more SOBRE HILDEBRANDO TEJEDO MONTEZA, PATRIOTA PERUANO OLVIDADO. * " Yo conocí a Tejedo mucho antes de que fuera militar, cuando quizá ni lo pensaba; era un muchacho como cualquier otro, en la escuelita, entre los muchachos del barrio, en los juegos de ladrones y celadores, en los partidos de fútbol al último gol... nunca pretendía ser el líder, el cabecilla o el guapo, pero, en ciertas oportunidades saltaba un detalle de su personalidad que lo hacía sobresalir entre los demás. Bécquer y Espronceda, cuya lectura era motivo de bromas de algunos de sus infantiles amigos, le daban a veces expresiones de romanticismo y repentinas explosiones de ardor e impetuosidad. Cuando alguna vez recitaba los versos de uno u otro, algunos le escuchábamos con atención, otros ni caso le hacían, pero a él le daba igual, pues parecía que sólo lo hiciera para su propia satisfacción. Cuando murió su abuelita todo el barrio hizo el cortejo al cementerio, él estaba entre los familiares arrastrando el duelo; en el momento en que los enterradores se disponían a introducir el ataúd, de repente se le vio empinado al lado de el, sobre el banco que lo sostenía, con las manos levantadas pidiendo atención. Era el tiempo en que las plañideras, espontáneas o pagadas, hacían el coro de los lamentos, a ellas iba dirigido el ademán; fueron callando poco a poco y cuando solo se oían leves gimoteos, empezó a hablar improvisando una oración fúnebre, a la mitad de la cual ya no fueron las plañideras las que lloraban, sino la mayoría de los presentes. Así era Tejedo.
Yo conocí a Tejedo mucho antes de que fuera militar, cuando quizá ni lo pensaba; era un muchacho ... more Yo conocí a Tejedo mucho antes de que fuera militar, cuando quizá ni lo pensaba; era un muchacho como cualquier otro, en la escuelita, entre los muchachos del barrio, en los juegos de ladrones y celadores, en los partidos de fútbol al último gol... nunca pretendía ser el líder, el cabecilla o el guapo, pero, en ciertas oportunidades saltaba un detalle de su personalidad que lo hacía sobresalir entre los demás. Bécquer y Espronceda, cuya lectura era motivo de bromas de algunos de sus infantiles amigos, le daban a veces expresiones de romanticismo y repentinas explosiones de ardor e impetuosidad. Cuando alguna vez recitaba los versos de uno u otro, algunos le escuchábamos con atención, otros ni caso le hacían, pero a él le daba igual, pues parecía que sólo lo hiciera para su propia satisfacción.
Mediante una Resolución Suprema Nº254-2011-DE en cuyo artículo 2 que a la letra dice: "Instalar e... more Mediante una Resolución Suprema Nº254-2011-DE en cuyo artículo 2 que a la letra dice: "Instalar en la Cripta de los Heroes ubicada en el Cementerio "Presbítero Maestro" una placa que guarde la memoria del teniente César Pinglo Pinglo y del Sargento 2º Bernardo Villalta Luna, héroes del Ejército del Perú, caídos en acción de armas en el Combate de La Pedrera del 11 de julio de 1911" se repara en parte la historia ligada a la sempiterna olvidada región loretana. Ocasión además en que se aprovecha del articulado para contrabandear en el artículo 1º el que se traslade los restos del General Iglesias de conocida y criticada actuación en la defensa de San Juan y Miraflores durante la infausta y desigual guerra del Pacífico.
Trabajo del profesor José Barletti Pasquale
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